Oh mi origen de la oración jesus
El Credo de los Apóstoles: Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, su Hijo único, nuestro Señor; que fue concebido por el Espíritu Santo, nació de María Virgen, padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, murió y fue sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó, subió al cielo y está sentado a la diestra de Dios, Padre todopoderoso, desde donde vendrá a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Amén
El Padre Nuestro: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre: venga a nosotros tu reino: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.
El Ave María: Ave María, llena eres de gracia, el Señor es contigo: bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados oración
R: Esta advertencia al final de cada misterio tiene su origen en las apariciones marianas de Fátima. Se dice que el 13 de julio de 1917, fecha que corresponde a la tercera aparición de Fátima, Nuestra Señora enseñó a los videntes lo siguiente: Cuando recéis el rosario, después de cada misterio decid: “Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, sálvanos del fuego del infierno; conduce a todas las almas al cielo, especialmente a las más necesitadas de misericordia”. Muy extendida y popular, esta oración, que se atribuye directamente a María, y por ello adquirió especial importancia y autoridad, no ha sido sancionada por la Iglesia, que sepamos. En otras palabras, no es obligatoria para el rezo del rosario, sino que representa un complemento práctico de la segunda parte del Avemaría. Está en sintonía con el impulso general de la espiritualidad de Fátima.
Oración del Padre
Nuestro Señor y Salvador Jesucristo era muy bueno en la oración. Sabía cómo comunicarse mejor con nuestro Padre Celestial. Por eso le admiramos cuando se trata de orar. Él es nuestro Maestro y no sólo hemos aprendido oraciones de él, también cómo rezar, cómo pedirle intercesión, sino que también tenemos oraciones para él como la Oración de Jesús.
“Señor Jesús, estoy ante Ti, tal como soy, lamento mis transgresiones, me arrepiento de mis pecados, por favor perdóname. En Tu Nombre, perdono a todos los demás por las ofensas que me han hecho. Renuncio a Satanás, a los espíritus malignos y a todos sus planes. Te doy todo mi ser, Señor Jesús, Te acepto como mi Señor Dios y Salvador. Cúrame, cámbiame, fortaléceme en cuerpo, alma y espíritu.
Ven Señor Jesús, cúbreme con Tu Preciosa Sangre, y lléname con Tu Santo Espíritu, Te amo Señor Jesús, Te alabo Señor Jesús, Te doy gracias Jesús, Te seguiré todos los días de mi vida. Amén”.
“Oh Corazón Santísimo de Jesucristo, fuente de toda bendición, yo te adoro. Te amo, y con viva penitencia por mis pecados te ofrezco este pobre corazón mío. Hazme humilde, paciente, puro y completamente obediente a tu voluntad. Dame, Señor Jesús, que pueda vivir en ti y para ti. Protégeme en presencia del peligro. Consuélame en mis dolores. Dame la salud del cuerpo, la asistencia en mis necesidades temporales, tu bendición sobre todo lo que hago y la gracia de una santa muerte. Amén”.
Oh jesus mio, perdona nuestros pecados en español
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestra defensa contra la maldad y las asechanzas del Diablo. Que Dios lo reprenda, te lo pedimos humildemente, y tú, oh Príncipe de las huestes celestiales, con el poder de Dios, arroja al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos, que merodean por el mundo buscando la ruina de las almas.
Dios mío, de todo corazón me arrepiento de mis pecados. Al elegir hacer el mal y dejar de hacer el bien, he pecado contra ti, a quien debería amar sobre todas las cosas. Me propongo firmemente, con tu ayuda, hacer penitencia, no pecar más y evitar todo lo que me lleve a pecar. Nuestro Salvador Jesucristo sufrió y murió por nosotros. En su nombre. Dios mío, ten piedad.