30 oraciones de guerra para que los enemigos me dejen en paz
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.Venga a nosotros tu reino.Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.Danos hoy nuestro pan de cada día.Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.Y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal.Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos.Amén. Mateo 6:9-13
Respira en mí, Espíritu Santo, para que todos mis pensamientos sean santos.Actúa en mí, Espíritu Santo, para que también mi trabajo sea santo.Atrae mi corazón, Espíritu Santo, para que no ame sino lo que es santo.Fortaléceme, Espíritu Santo, para defender todo lo que es santo.Guíame, pues, Espíritu Santo, para que siempre sea santo.
El Señor es mi pastor; nada me falta. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. El restaura mi alma; me guía por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Preparas una mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor para siempre.Salmo 23
¿Qué es la oración de humillación?
Del miedo a ser humillado, Líbrame, Jesús. Del miedo a ser despreciado, Líbrame, Jesús. Del miedo a sufrir reproches, Líbrame, Jesús. Para que otros sean amados más que yo, Jesús, concédeme la gracia de desearlo.
¿Cuáles son las oraciones poderosas para protegerse de los enemigos?
Pido Tu protección al comenzar este día. Tú eres mi escondite, y bajo Tus alas siempre puedo encontrar refugio. Protégeme de los problemas dondequiera que vaya, y aleja de mí el mal. Esté donde esté, te buscaré como mi Protector, el que lucha por mí cada día.
Oración por los enemigos salmos
Querido Padre, Tú eres como un ala que cobija a mis hijos, fuerte de protección, suave de gracia. Eres como un escudo que los rodea cada día. Ellos corren libres y tú estás con ellos mientras se aventuran. Eres como una corona colocada sobre sus cabezas, símbolo de filiación, de pertenencia y de su adopción en tu familia. Señor, los pongo bajo tu gran cuidado y declaro que son tuyos. Amén.
Señor Dios, te pido tu protección al comenzar este día. Tú eres mi escondite, y bajo tus alas siempre puedo encontrar refugio. Protégeme de los problemas dondequiera que vaya, y aleja de mí el mal. Esté donde esté, Te buscaré como mi Protector, el que lucha por mí cada día. Tu amor y tu fidelidad, junto con tu bondad y tu misericordia, me rodean a diario, por lo que no temeré lo que pueda venir contra mí. Mi confianza está en Ti, Dios, y te doy gracias por Tu amor y protección. En el nombre de Jesús, Amén.
Concede, Señor, tu protección y en la protección, la fortaleza. Y en la fuerza, el entendimiento. Y en la comprensión, el conocimiento. Y en el conocimiento, el conocimiento de la justicia. Y en el conocimiento de la justicia, el amor a ella. Y en el amor a ella, el amor a todas las existencias. Y en ese amor, el amor del espíritu y de toda la creación.Amén.
Efectos psicológicos de la humillación
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Acto de la virtud de la religión que consiste en pedir a Dios dones o gracias apropiadas. En un sentido más general es la aplicación de la mente a las cosas Divinas, no meramente para adquirir un conocimiento de ellas sino para hacer uso de tal conocimiento como un medio de unión con Dios. Esto puede hacerse mediante actos de alabanza y acción de gracias, pero la petición es el acto principal de la oración.
Porque las oraciones de los bienaventurados pueden ofrecerse no con la esperanza de aumentar su bienaventuranza, sino para que su gloria sea mejor estimada y sus obras imitadas. Al orar unos por otros, suponemos que Dios concederá sus favores en consideración a los que oran. En virtud de la solidaridad de la Iglesia, es decir, de las estrechas relaciones de los fieles como miembros del Cuerpo místico de Cristo, cualquiera puede beneficiarse de las buenas obras, y especialmente de las oraciones de los demás como si participara en ellas. Este es el fundamento del deseo de San Pablo de que se hagan súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias por todos los hombres (Timoteo 2:1), por todos, sin excepción, en alta o baja posición, por los justos, por los pecadores, por los infieles; por los muertos tanto como por los vivos; por los enemigos tanto como por los amigos. (Ver COMUNIÓN DE LOS SANTOS).
Oración para castigar a los enemigos
“¿Qué será este niño? Porque ciertamente la mano del Señor estaba con él”. Desde su concepción, Juan el Bautista pertenecía enteramente a Dios y vivía completamente para la humanidad, para llevarla a Dios. Juan lo expresó de esta manera: “Es necesario que él crezca, que yo disminuya”. Está claro que la humildad no era su posición de repliegue. Era su orientación natural ante la vida. Parece que la heredó de sus padres, que la heredaron de su pertenencia al pueblo de Israel, el pueblo elegido de Dios. Para este pueblo, la humildad es la solidaridad de los humillados.1
El pueblo de Juan estaba empobrecido y oprimido. En un Israel dominado por el poder romano, eran humillados. Buscaban la justicia. Para obtenerla tuvieron que rechazar cualquier idea de utilizar las tácticas de sus opresores porque los israelitas no tenían el mismo objetivo que los opresores: enriquecerse a costa de los demás. El objetivo de los israelitas era ser justos ante Dios. La rectitud y la honradez tenían que prevalecer para que la sociedad israelita fuera solidaria. Para que su humillación se convirtiera en humildad, tenían que aceptar deliberadamente su situación, renunciar al juicio que les habían impuesto sus opresores y actuar juntos por el bien común.