Estampa de san bernardo de siena
Bernardino de Siena, OFM (8 de septiembre de 1380 – 20 de mayo de 1444), también conocido como Bernardino, fue un sacerdote italiano y predicador misionero franciscano en Italia. Fue un sistematizador de la economía escolástica. Su predicación, sus quemas de libros y sus “hogueras de las vanidades” le hicieron célebre/infame en vida, porque a menudo iban dirigidas contra la brujería, el juego, el infanticidio, la hechicería, los homosexuales, los judíos, los “gitanos” romaníes, la usura, etc. Bernardino fue canonizado posteriormente por la Iglesia católica como santo -donde también se le llama “el Apóstol de Italia”- por sus esfuerzos por reavivar el catolicismo del país durante el siglo XV[1].
Dos hagiografías de Bernardino de Siena fueron escritas por dos de sus amigos: una, el mismo año de su muerte, por Barnaba de Siena; la otra, por el humanista Maffeo Vegio. Otra importante fuente biográfica contemporánea es la escrita por el diplomático sienés Leonardo Benvoglienti, que fue otro conocido personal de Bernardino[2]. El historiador Franco Mormando señala que “[l]as primeras obras que se produjeron sobre Bernardino justo después de su muerte [en 1444] fueron biográficas: en el año 1480 ya había más de una docena de relatos escritos sobre la vida del predicador”[3].
Oración pulmonar
En el año 1400, un joven llegó a la puerta del mayor hospital de Siena. Una peste asolaba la ciudad de forma tan horrible que hasta veinte personas morían cada día sólo en el hospital. Y muchos de los que morían eran los que se necesitaban para atender a los enfermos. La situación era desesperada: cada vez había más enfermos y menos gente para ayudarles.
El hombre de veinte años que estaba allí no había venido porque estuviera enfermo, sino porque quería ayudar. Y no trajo nuevos pacientes, sino jóvenes como él dispuestos a atender a los moribundos. Durante cuatro meses, Bernardino y sus compañeros trabajaron día y noche no sólo para consolar a los enfermos, sino también para organizar y limpiar el hospital. Sólo al final de la peste cayó enfermo de agotamiento.
Pero Bernardino era así: en todo lo que hacía, ponía todo su empeño. Inmediatamente después de recuperarse, volvió a ocuparse de los enfermos, pero esta vez no era responsable de todo un hospital, sino de una sola persona: una tía inválida. Sin embargo, durante catorce meses recibió toda su atención. A lo largo de su vida, dedicó tanta energía a atender a una persona como a cientos, tanto empeño en convertir a un ciudadano como en predicar a toda una ciudad.
Novena de san bernardo de siena
Padre celestial, te doy gracias por amarme. Te doy gracias por haber enviado a Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, al mundo para salvarme y liberarme. Confío en Tu poder y gracia que me sostienen y restauran.Padre amoroso, tócame ahora con Tus manos sanadoras, porque creo que Tu voluntad es que yo esté bien de mente, cuerpo, alma y espíritu. Cúbreme con la Preciosísima Sangre de Tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, desde lo alto de mi cabeza hasta la planta de mis pies. Desarraiga cualquier célula anormal y enferma. Abre cualquier arteria o vena bloqueada y reconstruye y rellena cualquier área dañada. Elimina toda inflamación y limpia cualquier infección por el poder de la Preciosa Sangre de Jesús.Deja que el fuego de Tu amor sanador pase a través de todo mi cuerpo para sanar y hacer nueva cualquier área enferma para que mi cuerpo funcione de la manera en que Tú lo creaste para funcionar. Toca también mi mente y mis emociones, hasta lo más profundo de mi corazón. Y Padre, lléname con Tu Espíritu Santo y dame poder para hacer Tus obras para que mi vida traiga gloria y honor a Tu Santo Nombre. Te lo pido en el nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Oración por la dificultad para respirar
Bernardino de Siena, OFM (8 de septiembre de 1380 – 20 de mayo de 1444), también conocido como Bernardino, fue un sacerdote italiano y predicador misionero franciscano en Italia. Fue un sistematizador de la economía escolástica. Su predicación, sus quemas de libros y sus “hogueras de las vanidades” le hicieron célebre/infame en vida, porque a menudo iban dirigidas contra la brujería, el juego, el infanticidio, la hechicería, los homosexuales, los judíos, los “gitanos” romaníes, la usura, etc. Bernardino fue canonizado posteriormente por la Iglesia católica como santo -donde también se le llama “el Apóstol de Italia”- por sus esfuerzos por reavivar el catolicismo del país durante el siglo XV[1].
Dos hagiografías de Bernardino de Siena fueron escritas por dos de sus amigos: una, el mismo año de su muerte, por Barnaba de Siena; la otra, por el humanista Maffeo Vegio. Otra importante fuente biográfica contemporánea es la escrita por el diplomático sienés Leonardo Benvoglienti, que fue otro conocido personal de Bernardino[2]. El historiador Franco Mormando señala que “[l]as primeras obras que se produjeron sobre Bernardino justo después de su muerte [en 1444] fueron biográficas: en el año 1480 ya había más de una docena de relatos escritos sobre la vida del predicador”[3].