Novena para la pareja
Ave María Ave María llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. El Regina CoeliV/. Reina del Cielo, ¡alégrate! Aleluya. Por Aquel a quien fuiste digna de engendrar. Aleluya.V/. Ha resucitado como dijo. Aleluya. Ruega por nosotros a nuestro Dios. Aleluya. Alégrate y regocíjate, Virgen María. Aleluya. Porque el Señor ha resucitado. Aleluya. Oremos: Dios Padre nuestro, que alegraste al mundo con la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo. Por las oraciones de su Madre, la Virgen María, llévanos a la felicidad de la vida eterna. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Madre de Cristo (Alma Redemptoris Mater)¡Madre de Cristo! escucha el clamor de tu pueblo,Estrella del abismo y Portal del cielo,Madre de Aquel que te hizo de la nada,Hundidos nos esforzamos, y te pedimos ayuda:Oh, por esa alegría que Gabriel te trajo,Tú Virgen, primera y última, haznos ver tu misericordia.
Poderosa oración a nuestra señora desatadora de nudos
Acuérdate, Nuestra Señora de La Salette, verdadera Madre de los Dolores, de las lágrimas que derramaste por mí en el Calvario; acuérdate también del cuidado incesante que ejerces para protegerme de la Justicia de Dios; y considera si puedes abandonar ahora a tu hijo, por quien tanto has hecho. Inspirado por este consolador pensamiento, vengo a arrojarme a tus pies, a pesar de mi infidelidad e ingratitud. No rechaces mi oración, oh Virgen de la reconciliación, conviérteme, alcánzame la gracia de amar a Jesucristo sobre todas las cosas y de consolarte también a ti con una vida santa, para que un día pueda verte en el cielo. Amén.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Todopoderoso, que no cesas de mostrarnos cuán agradable a Ti es la devoción a la Santísima Virgen, por los muchos milagros que su intercesión nos obtiene, concédenos la gracia de ser siempre fieles a las enseñanzas que ella nos da, para que después de haber observado tus santos mandamientos en esta vida, tengamos la dicha de poseerte por toda la eternidad, por Jesucristo Nuestro Señor.
Oración de San Rafael para un matrimonio con problemas
Trabajo en el ministerio de RICA y Formación en la Fe para Adultos en mi parroquia local. Esta función me permite acoger a las personas en la Iglesia y ayudarlas a profundizar en su relación con el Señor. Debido a esta función, escucho muchas historias de sufrimiento de las personas que entran por nuestra puerta. Somos realmente el “hospital de campaña” del que hablaba el Papa Francisco y, con diferencia, el sufrimiento más común que me traen las personas es el sufrimiento dentro de sus familias.
He oído hablar del adulterio y la adicción a la pornografía que arruinan matrimonios, del distanciamiento de los hijos con respecto a los padres y de los padres con respecto a los hijos. La lista es interminable. Parece que el vitriolo que vemos en la sociedad se refleja a menudo en nuestras propias familias y es difícil llegar a un acuerdo con nuestros propios parientes consanguíneos.
La investigación muestra lo lejos que hemos llegado como nación desde donde una vez estuvimos. Muchos han escrito sobre la profecía de Nuestra Señora de Fátima que afirmaba que la batalla final será sobre el matrimonio y la familia. Lo estoy viendo en primera línea.
Novena de reconciliación
En el sacramento de la Reconciliación (Confesión) nos encontramos con Jesucristo, que después de resucitar infundió el Espíritu Santo a sus Apóstoles -los primeros sacerdotes- y les dio el poder de perdonar los pecados en su nombre (Jn 20,23). El Corazón de Cristo arde de amor por nosotros y quiere que experimentemos su inmensa e insondable misericordia confesando nuestros pecados y recibiendo su perdón. Este Sacramento nos da el consuelo del perdón de Dios y fortalece nuestra relación con Cristo y su Iglesia.
Como seguidores de Jesús, necesitamos examinar nuestras vidas y reconocer nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones pecaminosas para poder llevarlos a Dios en busca de perdón. Este examen de conciencia debe hacerse con regularidad, confiando siempre en la misericordia y el amor de Dios y en el poder del Sacramento de la Reconciliación.
Todos pecamos, pero no todos reconocemos nuestros pecados. Se necesita honestidad y valentía para reflexionar sobre nuestras negativas a la gracia de Dios y nuestros rechazos a su ley de amor. La sociedad contemporánea es a menudo ciega a la realidad del pecado y a veces incluso presenta comportamientos o estilos de vida pecaminosos como bienes positivos que hay que buscar y desear. En su encíclica Reconciliación y penitencia (1984), el Papa Juan Pablo II sugiere que el pecado que define los tiempos modernos es la “pérdida del sentido del pecado” y nos recuerda la advertencia de San Juan: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Jn 1,8).