Oración de Cristo Rey
Pablo, en 1 Timoteo 2:1-2, nos exhorta a hacer “súplicas, oraciones, intercesiones y acciones de gracias… por todos los hombres, por los reyes y por todos los que desempeñan altos cargos, para que llevemos una vida tranquila y apacible, piadosa y digna en todos los sentidos”. Comprendemos la necesidad de esta oración en el contexto del apóstol, que trabajaba durante el imperio romano, cuyos primeros dirigentes no siempre estaban dispuestos a tratar con justicia a los cristianos. Sin embargo, mucho antes de que Roma conquistara el mundo conocido, se exhortaba a los creyentes a orar especialmente por los gobernantes que conocían al Dios de la alianza de Israel. El pasaje de hoy, de hecho, es un modelo de oración para esos reyes.
En primer lugar, lo que aprendemos de esta oración es que ningún rey ordinario -incluso uno que provenga de la línea divinamente elegida de David- puede gobernar con éxito si sólo depende de sus propias habilidades innatas. A lo largo de los vv. 1-11, Salomón reza para que el Señor proporcione al rey Su propia rectitud y justicia, la sabiduría para defender la causa de los pobres y el éxito en la posesión de las naciones. Se trata de un reconocimiento implícito de que el monarca no reinará en justicia y verdad si Dios no le capacita para ello. Además, el hecho de que Salomón, un rey del linaje de David, pronuncie la oración nos muestra con más fuerza aún que el rey davídico no era nada sin la ayuda del Señor. Si esto era cierto en el caso de los reyes del antiguo Israel, lo es aún más en el caso de nuestros gobernantes de hoy, que, a pesar de que reinan a voluntad de la providencia divina, no son ungidos directamente por Dios como lo fueron los reyes davídicos. Juan Calvino comenta: “Si los reyes poseyeran en sí mismos recursos suficientemente amplios, no habría servido de nada… buscar por medio de la oración de otro, aquello con lo que ellos mismos ya contaban”. Nuestros líderes necesitan nuestras oraciones para obtener la ayuda divina para que puedan gobernar con sabiduría y justicia.
Acto de fe
Todas las bendiciones para ti de Jesucristo, nuestro Señor y Rey salvador, principio y fin de todo lo que es, que es y que era y que ha de venir. Que su paz y su gracia estén siempre con vosotros. R/ Y también con vosotros.
A. Un rey distinto de los demásLos reyes son sinónimo de poder, riqueza y esplendor. En la fiesta de hoy de Cristo Rey, ¿qué clase de rey se nos muestra? Un hombre que lleva una corona de espinas, con un manto púrpura para burlarse de él como falso rey, y de pie como un criminal acusado ante Pilato que representa el poder del mundo. ¿Dónde se encuentra el verdadero poder? Está en la verdad del poder del amor de Dios, del que Jesús vino a dar testimonio yendo hasta el final para servir al amor. Dios nos ama totalmente en su Hijo Jesús. Por eso Jesús es nuestro Señor y Rey.
Jesús colgaba de la cruz, moribundo. A su lado estaba uno de los dos criminales muriendo también con Jesús. Aquí tuvo lugar uno de los diálogos más extraños. El bandido, impresionado por la serenidad de Jesús, le dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. Y Jesús le respondió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. ¡Un condenado a muerte en una cruz por una causa aparentemente perdida promete un reino y un paraíso de felicidad! Esto afirma rotundamente qué clase de rey celebramos hoy: Cristo, el rey no del poder, sino de la verdad, del amor y de la paz.
Gloria patri
En la encíclica Quas Primas, el Papa Pío XI proclamó la Solemnidad de Cristo Rey para la Iglesia universal. Para celebrar la Solemnidad, el Santo Padre pidió que la humanidad se consagrara al Sagrado Corazón de Jesús, porque Cristo debe reinar en los corazones de los hombres para que venga su Reino a la tierra. El Santo Padre nos recuerda que Cristo es el Rey de Corazones por razón de su caridad, misericordia y bondad que, en última instancia, “atraerá a todos los hombres hacia Él, pues nunca se ha conocido, ni se conocerá, que el hombre sea amado tanto y tan universalmente como por Jesucristo.” (Papa León XIII, Quas Primas)
Permitiendo que Jesús tome posesión de nuestros corazones, Él se convertirá en la fuente y la inspiración de todos nuestros pensamientos y acciones que construirán el Reino de Dios en la tierra y nos darán la plenitud de la alegría en nuestras vidas.
Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano, míranos humildemente postrados ante tu altar. Tuyos somos, y tuyos queremos ser; pero para estar más ciertamente unidos a Ti, he aquí que cada uno de nosotros nos consagramos hoy libremente a tu Sacratísimo Corazón.
Memorare
“como nuestro mediador y Rey misericordioso” en el original es “como nuestro mediador y propiciatorio”, que es una referencia a la tapa del arca de la alianza, que fue la traducción de Lutero de hilasterion en Romanos 3:25. La mayoría de las traducciones inglesas lo traducen hilasterion como ‘propiciación’ o ‘sacrificio de expiación’.
DIOS, Rey eterno, que separas el día de las tinieblas, y conviertes la sombra de muerte en la mañana; aleja de nosotros todos los malos deseos, inclina nuestros corazones a guardar tu ley, y guía nuestros pies por el camino de la paz; para que habiendo hecho tu voluntad con alegría mientras era de día, podamos, cuando llegue la noche, regocijarnos para darte gracias; por Jesucristo nuestro Señor. Amén