La muerte no es nada
Te ruego, Dios mío, que me permitas conocerte y amarte para que pueda ser feliz en Ti. Y aunque no pueda hacerlo plenamente en esta vida, permíteme mejorar de día en día hasta que pueda hacerlo plenamente. Permíteme conocerte más y más en esta vida, para que pueda conocerte perfectamente en el cielo.
Permíteme conocerte más y más aquí, para que pueda amarte perfectamente allá, para que mi gozo sea grande en sí mismo aquí, y completo en el cielo contigo. Oh Dios veraz, permíteme recibir la felicidad del cielo que Tú prometes para que mi alegría sea plena. Mientras tanto, que mi mente piense en ella, que mi lengua hable de ella, que mi corazón la anhele, que mi boca hable de ella, que mi alma tenga hambre de ella, que mi carne tenga sed de ella, que todo mi ser la desee, hasta que pueda entrar a través de la muerte en el gozo de mi Señor, para continuar allí para siempre, por los siglos de los siglos. Amén
¿Cuál es la famosa oración de San Agustín?
AMM – Oración de San Agustín. Te ruego, Dios mío, que me permitas conocerte y amarte para que sea feliz en Ti. Y aunque no pueda hacerlo plenamente en esta vida, haz que mejore de día en día hasta que pueda hacerlo plenamente. Permíteme conocerte más y más en esta vida, para que pueda conocerte perfectamente en el cielo.
¿Cuál es la mejor oración para un difunto?
Bendice a los que lloran, Dios eterno, con el consuelo de tu amor para que puedan afrontar cada nuevo día con esperanza y la certeza de que nada puede destruir el bien que se les ha dado. Que sus recuerdos sean alegres, sus días enriquecidos con la amistad y sus vidas rodeadas de tu amor.
Oración de San Agustín
-La evidencia tradicional a favor de las oraciones por los difuntos, que se ha conservado (a) en inscripciones monumentales (especialmente las de las catacumbas), (b) en las antiguas liturgias, y (c) en la literatura cristiana en general, es tan abundante que no podemos hacer más en este artículo que tocar muy brevemente algunos de los testimonios más importantes.
-Admitiendo la enseñanza general de que las oraciones por los difuntos son eficaces, nos vemos naturalmente llevados a preguntar más particularmente: (I) ¿Qué oraciones son eficaces? (2) ¿Para quién y hasta qué punto son eficaces? (3) ¿Cómo debemos, teóricamente, concebir y explicar su eficacia? (4) ¿Qué leyes disciplinarias ha impuesto la Iglesia con respecto a sus oficios públicos por los difuntos? Expondremos brevemente lo que es necesario decir en respuesta a estas preguntas, teniendo presente la advertencia del Concilio de Trento, de evitar en esta materia aquellas “cuestiones más difíciles y sutiles que no contribuyen a la edificación” (Sess. XXV).
Estas y otras prácticas piadosas similares no eran, después de todo, sino otros medios de expresar lo que los fieles oían día a día en el memento por los difuntos en la Misa, cuando se rezaba por aquellos “que nos han precedido con el signo de la fe y descansan en el sueño de la paz” (Misal de Stowe).
No llores si me quieres san agustín
San Agustín nació en el África romana, lo que hoy sería Argelia, de madre cristiana, Santa Mónica, y padre pagano, Patricio, que se convirtió en su lecho de muerte. Es el patrón de los cerveceros por su conversión tras llevar una vida sin Dios, persiguiendo fiestas y ambiciones mundanas. San Agustín también es el patrón de los impresores y teólogos por sus extensos escritos sobre la fe católica.
Gracias a las oraciones de su santa madre y a la maravillosa predicación de San Ambrosio, Agustín se convenció finalmente de que el cristianismo era la única religión verdadera. Sin embargo, no se hizo cristiano entonces, porque pensaba que nunca podría vivir una vida pura. Un día, sin embargo, oyó hablar de dos hombres que se habían convertido repentinamente al leer la vida de san Antonio, y se sintió terriblemente avergonzado de sí mismo. “¿Qué estamos haciendo?”, gritó a su amigo Alipio. “¡Gente inculta está tomando el Cielo por la fuerza, mientras que nosotros, con todo nuestro conocimiento, somos tan cobardes que seguimos revolcándonos en el fango de nuestros pecados!”.
La muerte no es nada San Agustín
En la mayoría de los funerales que siguen la tradición del budismo chino, las prácticas habituales incluyen cantar el nombre de Amitabha o recitar escrituras budistas como el Sutra de Los Grandes Votos del Bodhisattva Ksitigarbha, el Sutra de Amitabha, Sutra del Diamante o una combinación de escrituras budistas clásicas, como el Mantra de la Gran Compasión, el Sutra del Corazón, el Mantra del Renacimiento en la Tierra Pura de Amitabha y Sapta Atitabuddha Karasaniya Dharani (o Qi Fo Mie Zui Zhen Yan 七佛滅罪真言). [2][3]
Que el Señor conceda misericordia a la casa de Onesíforo, pues muchas veces me refrescó y no se avergonzó de mi cadena, sino que, cuando estuvo en Roma, me buscó diligentemente y me encontró (que el Señor le conceda hallar la misericordia del Señor en aquel día); y en cuántas cosas sirvió en Éfeso, tú lo sabes muy bien.
Al igual que los versículos de 2 Macabeos, estos versículos reflejan el profundo deseo de que Dios trate con misericordia al difunto “en aquel día” (tal vez el Día del Juicio Final, véase también Escatología). No se dice que Onesíforo, por quien rezaba San Pablo o el autor de la epístola, estuviera muerto, aunque algunos eruditos lo deducen, basándose en que sólo se refiere a él en pasado, y reza por bendiciones presentes para su familia, pero sólo para él “en aquel día”. Y hacia el final de la misma carta, en 2 Timoteo 4:19, encontramos un saludo a “Prisca y Aquila, y a la casa de Onesíforo”, distinguiendo la situación de Onesíforo de la de Prisca y Aquila, que aún vivían.