Oración para castigar a los enemigos
En la catequesis de la semana pasada, inspirada también en San José, reflexionamos sobre el significado de la comunión de los santos. Y a partir de ahí, hoy quiero profundizar en la especial devoción que el pueblo cristiano ha tenido siempre por San José como patrón de la buena muerte. Una devoción nacida del pensamiento de que José murió cuidado por la Virgen María y Jesús, antes de abandonar la casa de Nazaret. No hay datos históricos, pero como ya no vemos a José en la vida pública, se piensa que murió allí en Nazaret, con su familia. Y Jesús y María le acompañaron hasta su muerte.
Hace un siglo, el Papa Benedicto XV escribió “por José vamos directamente a María, y por María al origen de toda santidad, que es Jesús”. Tanto José como María nos ayudan a ir a Jesús. Y alentando las prácticas piadosas en honor de San José, recomendaba una en particular, diciendo: “Puesto que es merecidamente considerado como el más eficaz protector de los moribundos, por haber expirado en presencia de Jesús y de María, será preocupación de los sagrados Pastores inculcar y alentar aquellas piadosas asociaciones que se han establecido para implorar a José en favor de los moribundos, como las ‘de la Buena Muerte’, del ‘Tránsito de San José’ y ‘para los Moribundos'”. (Motu proprio Bonum sane, 25 de julio de 1920): eran las asociaciones de la época.
Qué es una muerte santa
“No todos los días se condena a un santo popular en las más altas esferas del Vaticano”, dijo a CNA Andrew Chesnut, experto en la Santa Muerte que lleva más de ocho años estudiando esta devoción.
Chesnut es catedrático de Estudios Católicos Walter F. Sullivan en la Virginia Commonwealth University y autor de “Devoted to Death: Santa Muerte, the Skeleton Saint”, el único libro académico en inglés hasta la fecha sobre el tema.
A pesar de su condena desde las alturas, la Santa Muerte sigue siendo cada vez más popular entre criminales, capos de la droga y marginados de la sociedad, así como entre católicos culturales que quizá no sepan (o no les importe) que está condenada por la Iglesia.
“Era desconocida para el 99 por ciento de los mexicanos antes de 2001, cuando se hizo pública. Ahora estimo que hay entre 10 y 12 millones de devotos, la mayoría en México, pero también un número significativo en Estados Unidos y Centroamérica”, explica.
Aunque su popularidad ha aumentado recientemente, la Santa Muerte ha estado presente en la cultura mexicana desde la época de la colonia española, cuando los colonizadores católicos, que buscaban evangelizar a los nativos de México, trajeron figuras femeninas de la Parca como representación de la muerte, explica Chesnut.
Collar rosario Santa muerte
Una vez establecido esto, veamos la importancia de pedir a cualquiera que rece: ¿Por qué hacerlo? ¿Por qué pedirle a mi amigo que rece por mí? ¿Por qué no acudir a Dios? ¿No viola eso la idea de ir directamente a Dios?
Ante todo, pues, pido que se eleven súplicas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos, por los reyes y por toda autoridad, para que llevemos una vida tranquila y sosegada con toda devoción y dignidad. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios. También hay un mediador entre Dios y el género humano, Cristo Jesús, él mismo humano, que se entregó a sí mismo como rescate por todos.
Puesto que el mandato de Dios de orar unos por otros va seguido del recordatorio de que Jesús es el único mediador, podemos estar tranquilos porque estas dos ideas no se excluyen mutuamente: Jesús es el único mediador y se nos ordena orar unos por otros. Las Escrituras están llenas de mandatos de Dios para que recemos unos por otros y nunca dudamos en hacerlo (¡eso espero!).
Oración de la Santa Muerte para pedir perdón
La Sagrada Escritura no menciona cómo ni cuándo murió San José. La última vez que los Evangelios mencionan a San José es justo después de que él y María encuentran a Jesús de doce años enseñando en el templo de Jerusalén. Se puede deducir que San José murió en algún momento entre ese momento y cuando Jesús comienza su ministerio público, unos dieciocho años después.
Las Escrituras no revelan cómo murió, pero es seguro suponer que San José murió en los brazos de Jesús y María. Un tranquilo y hermoso paso a la eternidad tras una vida de obediencia a la llamada de Dios, una vida totalmente dedicada al servicio de Jesús y María. Cumplió perfectamente su papel en el plan de salvación de Dios.
La muerte de San José puede ser un excelente ejemplo para nosotros y una guía para que también nosotros disfrutemos de una muerte feliz y tranquila. Veámoslo de tres maneras. En primer lugar, su muerte nos anima a no temer a la muerte cuando estamos en estado de gracia, en unión con el Señor. Las gracias disponibles en el lecho de muerte de José están disponibles para nosotros en nuestro lecho de muerte, especialmente a través del santo Viático -la recepción de la Sagrada Comunión por parte de una persona enferma en su lecho de muerte-.