La canción de la oración del señor
El Señor dio este mandamiento en el Antiguo Testamento. Cuán obligatorio es para un cristiano en el Nuevo Testamento, que recibió las promesas y a quien le han sido revelados caminos de salvación y vida eterna en Jesucristo. En consecuencia, la enseñanza evangélica de la oración perpetua siempre ha sido una de las características (rasgos) de un verdadero cristiano, porque es un único medio garantizado de comunicación entre él / ella y su Santísimo Dios.
Así que los antepasados de la iglesia se han esforzado desde el principio del cristianismo para incitar y confirmar la importancia de la oración permanente porque es el medio real de la coexistencia constante en Jesucristo. Han asegurado que esta coexistencia brota espiritualmente de la continua reacción de amor, fe y esperanza que resulta de la acción del Espíritu Santo en el interior del ser cristiano.
Por ello, el monasterio ha realizado un estudio exhaustivo sobre la oración permanente a la luz del concepto de los padres de la Iglesia, en general, y de su desarrollo en el monacato cristiano de Oriente, en particular.
La oración del señor versículo de la biblia
Luz del mundo: Oraciones a Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, traducido por el Reverendísimo Archimandrita Maximos Constas, es una colección de treinta oraciones a Jesucristo, junto con una oración final a Dios Padre. Pretende ser un volumen complementario de Madre de la Luz: Oraciones a la Theotokos,las oraciones a Cristo recogidas en este volumen destacan por la intensidad de los sentimientos religiosos que expresan, así como por su carácter fuertemente compuntivo y confesional. Estas oraciones son obra de algunos de los más grandes Padres de la Iglesia, como san Juan Crisóstomo, san Gregorio el Teólogo, san Máximo el Confesor, san Simeón el Nuevo Teólogo y san Gregorio Palamas. El volumen contiene una introducción del traductor, el Reverendísimo Archimandrita Maxmos Constas, Decano de la Facultad de Teología Ortodoxa Griega de la Santa Cruz, que sitúa estas oraciones en el contexto más amplio de la experiencia cristiana y la vida de la Iglesia.
Poderosas oraciones antiguas
Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestra defensa contra la maldad y las asechanzas del Diablo. Que Dios lo reprenda, te rogamos humildemente, y tú, oh Príncipe de las huestes celestiales, con el poder de Dios, arroja al infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos, que merodean por el mundo buscando la ruina de las almas.
Dios mío, de todo corazón me arrepiento de mis pecados. Al elegir hacer el mal y dejar de hacer el bien, he pecado contra ti, a quien debería amar sobre todas las cosas. Me propongo firmemente, con tu ayuda, hacer penitencia, no pecar más y evitar todo lo que me lleve a pecar. Nuestro Salvador Jesucristo sufrió y murió por nosotros. En su nombre. Dios mío, ten piedad.
La oración en la iglesia primitiva pdf
Trataré hoy de vivir una vida sencilla, sincera y serena, repeliendo con prontitud todo pensamiento de descontento, ansiedad, desaliento, impureza y egoísmo; cultivando la alegría, la magnanimidad, la caridad y el hábito del santo silencio; ejercitándome en la economía en el gasto, la generosidad en el dar, el cuidado en la conversación, la diligencia en el servicio señalado, la fidelidad a toda confianza y una fe infantil en Dios.
Concédenos, Señor, paciencia para seguir tu camino. Que nuestra confianza no descanse en nuestro propio entendimiento, sino en tu mano que nos guía; que nuestros deseos no sean para nuestra propia comodidad, sino para el gozo de tu reino; porque tu cruz es nuestra esperanza y nuestro gozo ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.
Dios santo, tu conocimiento de mí supera lo que yo capto o veo en cualquier momento; me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí mismo. Ahora, ayúdame a confiar en tu misericordia, a verme a la luz de tu santidad, y concédeme la gracia de tener verdadera contrición, hacer una confesión honesta, y encontrar en ti el perdón y la remisión perfecta. Amén.