Oración a San Benito para su curación
San Benito es conocido sobre todo por su Regla para monjes (y monjas también) que viven en comunidades monásticas dedicadas a vidas de oración, soledad y contemplación. Nació en el año 848. San Benito fue capaz de derrotar al diablo en numerosas ocasiones a lo largo de su vida, lo que le valió el título de protector contra los malos espíritus, la tentación y la brujería. San Benito también ofrece protección contra el envenenamiento, las enfermedades infecciosas, las complicaciones en el parto y la destrucción durante tormentas y tempestades. También obtiene para los pecadores la gracia de la conversión.
La Regla de San Benito ha sido utilizada por monasterios de todo Occidente durante siglos. Defiende la escucha de la palabra de Dios y la realización de su obra mediante una vida de oración, templanza, caridad, obediencia, paciencia y humildad. La Regla era considerada rigurosa, aunque no inflexiblemente, cuando Benito la introdujo por primera vez en sus escritos.
Glorioso San Benito, sublime modelo de virtud, puro vaso de la gracia de Dios. Contempladme humildemente arrodillado a vuestros pies. Te imploro en tu amorosa bondad que reces por mí ante el trono de Dios. A ti recurro en los peligros que diariamente me rodean. Escúdame contra mi egoísmo y mi indiferencia hacia Dios y hacia el prójimo. Inspírame para imitarte en todo. Que tu bendición esté siempre conmigo, para que pueda ver y servir a Cristo en los demás y trabajar por su Reino.
Breve oración a San Benito
En los momentos cruciales de la historia, Dios suscita grandes santos para reforzar el dominio sobrenatural que la Iglesia ejerce sobre las almas en virtud de su misión divina. El Imperio Romano se había derrumbado y los bárbaros habían invadido toda Europa. Entonces apareció Benito como jefe de los monjes de Occidente.
Benito nació en el centro de Italia, hacia el año 480, cuando el mundo civilizado estaba siendo invadido por tribus paganas y heréticas. De joven, se retiró a la región montañosa de Subiaco para vivir allí como ermitaño. Pronto le siguieron muchos discípulos. Más tarde, San Benito abandonó Subiaco por Monte Cassino y fundó en su cumbre un monasterio que llegó a ser el más famoso de Europa. Tras haber rescatado a Europa de la oscuridad y la ignorancia que siguieron a la caída del Imperio Romano, los monjes de San Benito salieron al mundo entero para combatir el paganismo con la luz de Cristo.
Fueron los grandes civilizadores, y su influencia en la historia posterior es incalculable. Aún más importante, la espiritualidad del cristianismo occidental ha sido moldeada por la famosa Regla que Benito ideó para sus monjes. Con esta Regla proporcionó una “escuela del servicio del Señor” que abarcaba un programa de oración litúrgica, estudio sagrado y trabajo, vivido socialmente en comunidad bajo un padre común, con notable énfasis en la paz, la moderación (especialmente en lo que respecta a las austeridades) y la caridad hacia todos los hombres.
Novena a San Benito
“¡Oh Glorioso San Benito, sublime modelo de todas las virtudes, vaso puro de la gracia de Dios! Contémplame, humildemente arrodillado a tus pies. Imploro a tu corazón amoroso que ruegue por mí ante el trono de Dios. A ti recurro en todos los peligros que diariamente me rodean. Escúdame contra mis enemigos, inspírame a imitarte en todo. Que tus bendiciones me acompañen siempre, para que pueda rehuir todo lo que Dios prohíbe y evitar las ocasiones de pecado.”
“Alcánzame bondadosamente de Dios los favores y gracias de que estoy tan necesitado, en las pruebas, miserias y aflicciones de la vida. Tu corazón estaba siempre tan lleno de amor, compasión y misericordia hacia los que estaban afligidos o atribulados de alguna manera. Nunca dejaste sin consuelo y asistencia a nadie que recurriera a ti. Por lo tanto, invoco tu poderosa intercesión con la confiada esperanza de que escucharás mis plegarias y me obtendrás la gracia y el favor especiales que tan fervientemente imploro (menciónala), si es para la mayor gloria de Dios y el bienestar de mi alma.”
Oración de San Benito en latín
San Benito nació en el seno de una noble familia italiana hacia el año 480. De joven fue enviado a Roma y colocado en las escuelas públicas. La falta de disciplina y la pereza de la juventud romana le desanimaron, por lo que huyó a las montañas desiertas de Subiaco y vivió como ermitaño durante tres años en una profunda cueva. Cuenta la leyenda que un cuervo le llevó comida volando hasta su cueva.
Allí vivió completamente desconocido, excepto por el monje Romanus, que lo vistió con un hábito monástico. El ejemplo de oración y santidad de Benito pronto atrajo a otros a unirse a él. La severidad de su regla también provocó el desprecio de otros, uno de los cuales llegó a envenenarle la bebida. Pero cuando Benito hizo la señal de la Cruz sobre el cuenco, éste se rompió y cayó en pedazos al suelo.
San Benito tenía la capacidad de leer conciencias, profetizar y detener los ataques del demonio. Destruyó templos y estatuas paganas y expulsó a los demonios de los lugares sagrados paganos. Llegó a haber más de 40.000 monasterios guiados por la regla benedictina que era (básicamente): “Rezar y trabajar”.